De lo Profundo al Renacimiento
Había una vez una familia muy humilde que vivía alejada de la población. Su medio de subsistencia, económico, era la agricultura. Entre los cultivos más predominantes estaba el tomate, el café y la cabuya, con estos productos llevaban el sustento de su familia.
Para esta familia era costumbre ir a misa todos los domingos a disfrutar de un delicioso café de aquellos que vendían en la plaza central, el padre solía conversar con sus amigos y tomarse una refrescante cerveza, la madre se dedicaba a hacer el mercado para la semana, después de salir de misa, abordaba el transporte como la gran mayoría de habitantes del municipio.
Conforme pasaba el tiempo los rumores eran cada día más y más seguidos de que EPM inundaría el pueblo para construir una generadora de energía, era inaudito sólo pensarlo, o imaginar nuestro pueblo bajo muchos metros cúbicos de agua, ver el trabajo de muchos pobladores por tener un pueblo, abandonar sus casas, sin saber a dónde ir, era algo que no tenía precedente alguno.
La familia aunque no vivía en la población se preocupaba porque no sabía a dónde iban a llevar sus productos y mucho menos quién se los iba a comprar, además pensaban en la educación de sus hijos, hasta donde se tendrían que desplazar o que traspiés tendrían para efectuar su formación académica; todas estas dificultades y dudas le rondaban en la cabeza al padre, porque él solo trabajaba para el futuro de sus hijos, ya que quedarían aislados de los municipios más cercanos por este embalse, pero la esperanza como en todo es lo único que no se puede perder. Fue una transición bastante fuerte para esta familia y para lo población en general, pero el desarrollo tocaba la puerta, se prometía una cabecera nueva con mejor infraestructura sin dejar de lado lo que generaba la economía, que era la producción agrícola. Era dar pasos de gigantes donde muchos estaban de acuerdo y otros se negaban a dejar su lugar de residencia.
El apego que se generaba por el terruño sobrepasa cualquier cantidad de dinero o de promesa de algo mejor que en su momento se escuchaba como un rumor, llegó la hora menos esperada donde las personas tuvieron que aceptar lo inevitable, ver como este pueblo maravilloso se lo tragaban las aguas, era algo que no podía borrar de sus memorias, a esta familia los afecto mucho como a la demás personas, el hecho de solo pensar que no se contaría más con la población los llenaba de nostalgia, pero como el ave fénix resurgió la nueva cabecera, antiguas y nuevas tradiciones que hasta hoy van en continuo desarrollo social, geográfico y económico. La comunidad empezó un proceso de adaptación al nuevo entorno dándole la calidez que lo caracteriza hoy en día.
Autora: Leydi Johana Quinchía Morales