El Cielo de los Peñolenses

Al despertar pudo recordar, la senda que de mano de la pastora caminó. Eran las 3:00 a.m. cuando sintió que tocaban a su puerta; se levantó de su cama asustada por el hecho, ¿quién llamará a estas horas?   Caminó con dirección a la puerta, causando el menos ruido posible, al mirar por la hendija quedó suspendida, con sus ojos muy abiertos. Al instante una sonrisa empezó a reflejarse en su rostro. No lo podía creer, era ella, La Pastora; imposible, debo estar soñando, pensaba mientras decidía di abrir o no la puerta.

Al abrir pudo constatar que la mujer que estaba allí era real, su Pastora. Mirándola a sus ojos le dijo: Milena ven conmigo; dio media vuelta y empezó a caminar sorprendida por aquella invitación. Después de un rato y sin titubeos preguntó Milena: ¿A dónde vamos?, a lo que aquella misteriosa mujer respondió: no temas, sólo ven.

Entonces Milena apuró el paso, siguiéndola como oveja que escucha el llamado de su pastor.  Habiendo recorrido varias cuadras del pueblo, pasando por el templo roca, la cacharrería de Jaimito y llegando al Sector 1, Milena preguntó nuevamente: ¿A dónde vamos?  De camino al pasado, vamos a sumergirnos en agua, vamos a retornar, respondió La Pastora.

Milena quedó en las mismas ante tal respuesta, por lo que volvió a preguntar: ¿A dónde vamos? esta vez con impaciencia y algo de temor. “Vamos a tu pueblo, el lugar donde naciste, donde nacieron tus padres y abuelos, vamos al pueblo bajo el agua, vamos a El Peñol”, “¡Ah! … ahora entiendo – y sonríe – vamos al Viejo Peñol, o más bien diré a la “réplica”.   La Pastora no dijo nada, guardó silencio mientras caminaba; ese silencio tenía a Milena algo ansiosa, (pues no hay peor ruido que el del silencio) y se decidió a hablarle: “sabías que la réplica fue construida para aliviar nuestras tristezas por la pérdida de nuestro pueblo; cuánto extraño sus calles, el parque, la iglesia, el mercado en la plaza, cuando iba a la escuela… pero bueno, a pesar de todo aquí seguimos y el nuevo pueblo también.

Después de mucho caminar y Milena hablar, llegaron a la represa, La Pastora siguió hasta llegar al agua y allí se fue sumergiendo.  Al ver esto, Milena pegó un grito que sonó en todo el embalse, “¡Noooo!”  Aquella mujer volteó su rostro y dijo: “No temas, ven conmigo, confía en mi”  

Milena, asustada dio unos pasos, tomó a La Pastora de la mano y lentamente se fueron perdiendo en el agua.  Allí sus pies empezaron a enfriarse; paso a paso se iba sumergiendo en lo que hoy llamamos espejo de agua (uno de los más grandes).  Al llegar el agua a su cuello Milena volvió a gritar y lo único que pudo sentir fue un fuerte jalón  en su mano derecha.

Ya adentro, después de aguantar la respiración por un rato y forcejear con deseos de salir, se dio cuenta que podía respirar.  El agua empezó a aclarar y sus ojos se fueron acostumbrando a mirar el agua.

Al fondo vio un puente rojo que une al hospital con el pueblo; vio también los techos de las casas y la parte frontis de la iglesia.  No lo podía creer sus ojos empezaron a lagrimar y el llanto se dejó venir.  La Pastora la miraba de soslayo con una leve sonrisa en su rostro, llena de alegría por tan maravilloso asombro.

Milena gritaba, saltaba, corría; no lo podía creer, miraba asombrada todo a su alrededor hasta que se encontró con la mirada de su compañera de camino. Ahí pensó en lo que estaba pasando y se preguntó: ¿será que estoy muerta o es un sueño?  Creo que es un sueño y lo voy a disfrutar; entonces le preguntó a La Pastora: ¿estoy soñando, cierto?  Ella sonrió con un tono de melancolía y siguió caminando sin contestar. Milena siguió también caminando, feliz de este sueño nuevamente en su pueblo recorriendo las calles por donde caminó con sus padres y uno que otro novio en su adolescencia.

Caminando por allí en dirección al parque vio como salía gente de las casas y más adelante caminaban más personas, todas en dirección al parque.  Milena pensó: ¿será que hay algún evento?, ¿habrá llegado alguna orquesta?; hay que ir a ver.  Mientras avanzaba se encontró con Rosita quien iba cargando a su muñeca Carolina y con su traje de matrimonio que tanto añoraba; le alzó su mano y la saludó con una sonrisa que era el reflejo del recuerdo de aquella mujer.  Más adelante se encontró con un amigo de su infancia, Iván Giraldo, se saludaron con fuertes abrazos, risas y llantos; después siguieron caminando y ella le preguntó: ¿qué hay en el parque que todos van pa’ allá?  Él la miró sorprendido, algo extrañado y miró a La Pastora, esta le sonrió y le guiñó el ojo, reacción que Iván comprendió.

Siguieron su marcha al parque mientras iban le contaba lo que allí iba a suceder: mira Milena, en el parque habrá una celebración donde recibiremos noticias y celebramos el surgimiento del Nuevo Peñol y conmemoramos el aniversario de la inundación de la vieja cabecera; hoy es el día y ya ha llegado el paisano, eso es lo que iremos a hacer. Qué bueno, dijo Milena: llegué justo a tiempo para participar en la fiesta.

Siguieron caminando mientras ella pensaba: ¿quién será el paisano y cómo se hace para llegar aquí? volteó su rostro y viendo a La Pastora se decidió a preguntarle: ¿Pastora: cómo se hace para llegar aquí?  Ella respondió, cada que un peñolense fallece va al cielo y este es el cielo que hay preparado para ellos, el retorno su viejo pueblo.  Una sonrisa se esbozó en su rostro al pensar que cuando muriera allí era donde quería ir. Preguntó entonces quién era el que llegaba y su compañera dijo: ya lo sabrás. Siguieron caminando los tres rumbo al parque por la calle La Chirria y al llegar vieron allí la multitud de personas que rodeaban el kiosco de la plaza.

Milena siguió caminando con Iván y La Pastora en dirección al kiosco pero no fue posible; la multitud no los dejaba pasar. Al intentar avanzar sintió la ovación del pueblo y alzó sus ojos hacia el kiosco, cuando vio que por sus escalas subía una mujer. ¿Quién será?, se preguntó.  Al momento, logró verla, no la reconocía por la distancia, pero se puso ansiosa por saber lo que aquella mujer iba a decir.

La mujer se puso frente a un micrófono y empezó a hablar: “Hola a todos, qué gusto estar aquí con ustedes y qué gusto que sea yo quien tenga la oportunidad de contarles cómo va el Nuevo Peñol.  Empiezo, allí todo va muy bien, somos un pueblo fuerte, hemos pasado por momentos difíciles y los hemos superado; la guerra entre paramilitares y guerrilleros nos dejaron muchas víctimas y el recuerdo de esa masacre tan dolorosa que fue la masacre de los 13; también la bomba que pusieron en el Edificio El Escorial y otro montón de hechos que desangraron al pueblo. Pero todo eso ya se ha superado, el edificio fue reconstruido y las victimas hoy perdonan a sus victimarios. Les cuento que el pueblo cada vez crece más, ya tenemos un número de edificios significativos y la construcción de varias unidades residenciales que lo han embellecido. También contamos ya con dos parroquias, el Templo Roca donde está el Cristo Resucitado, símbolo del nacimiento del nuevo pueblo y la iglesia de La Transfiguración. Los procesos culturales se están incrementando.  Hoy contamos con una réplica de este pueblo que está bajo el agua y allí el Grupo de Teatro  Encarte narra la historia y el desarraigo que vivimos todos cuando nos echaron de nuestro territorio.

La economía hoy está movida un poco por el turismo; pero también por la agricultura. Incluso acabamos de terminar la  construcción del Parque El Tomatero, símbolo de nuestros campesinos.  Los turistas en su mayoría son de paso, todos van a Guatapé y al pueblo solo entran rápidamente a conocer el templo; aunque hay otros que buscan recreación y que viven en hermosas fincas en las veredas de nuestro municipio. Ya La Meseta cuenta con su parroquia, El Chilco tiene escuela nueva y en Palmira hay colegio para los niños, niñas y adolescentes.  Algo triste es que los jóvenes no tienen arraigo por su viejo pueblo. No se sienten de allí; ya sus raíces están echadas en el Nuevo Peñol y la nostalgia sólo nos queda a nosotros los viejos. Me siento orgullosa de haber nacido aquí y haber vivido allá, el Nuevo Peñol, “La Fénix de Antioquia”; el pueblo que avanza y sigue creciendo en belleza y progreso. Ya para terminar me queda decirles gracias por la bienvenida, pues desde hoy este será el lugar para continuar en la eternidad; el cielo de todos los peñolenses”.

Mientras Milena escuchó a aquella mujer supo por su voz que esa era su madre y supo que había muerto.  El llanto se derramó en sus ojos y quiso correr hacia ella; al no poder pasar empezó a gritar y a empujar, pero ni así le fue posible; gritó tan fuerte en un momento de desesperación que vio cómo Adela la miró, le sonrió y alzando la mano se despidió de su hija.  Milena gritó más fuerte que se despertó.  Abrió sus ojos y se dio cuenta que había sido un sueño y recordó todo lo que había recorrido de manos de La Pastora.

Al percatarse de ello corrió hacia la habitación de su madre para asegurarse de que no había sido cierto.  Abrió la puerta, corrió hacia ella y la sintió fría, la movió fuertemente y Adela no reaccionaba; puso su oído en el pecho de Adela y no sintió su corazón palpitar. Abrazó a su madre y la lloró sin consuelo hasta decir:  “gracias mamá por despedirte de mí”.

Por: Juan Felipe Jiménez Botero

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