Ensayo El Invisible
Más encerrados que nunca y con las necesidades duplicadas, así es vivir con el agua al cuello actualmente, prender el televisor significa ver las mismas noticias mañana, tarde y noche, pero con una dosis de terror aumentada en cada emisión. Llamaría “la época del agradecimiento” al momento en el que nos detenemos a sentir el oxígeno pasar por nuestros pulmones, y justo ahí, pensar que algo tan normal como lo es respirar, a otro se le dificulta. Quién no quisiera sobornar al invisible insistente y que nos deje pasar con la convicción de que no nos va a atrapar, pero es rudo y leal a su oficio de retener y aplicar de lo suyo a quien vea descuidado. Al más bonito y al menos agraciado se ha llevado por delante, anda suelto arrastrando vidas a los cero ritmos cardiacos y en el calendario no está señalada la fecha en que termine de hacerlo, se toma su tiempo y es evidente el poco afán que carga, barre con la economía y chuta la salud, pero va divertido haciendo el daño, quizás imitando a la mayoría de humanos. El famoso más aborrecido, ventajoso viajero y eficiente destructor, se sienta disimulado en los parques viendo quién no tiene tapabocas pa´ caerle, asiste a las fiestas muy manso, y allí se infesta entre la temperatura, la diversión y el licor; también viaja en carro y por la ventanilla se saluda a él mismo yendo en otros vehículos.
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