¿Será que nos tenemos que volver a pensar?

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Según el centro de prensa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe del 28 de noviembre de 2019, dos meses antes que la noticia de COVID 19, llegara a transformar la cotidianidad del planeta entero, decía: “La prevalencia de los trastornos mentales continúa aumentando, causando efectos considerables en la salud de las personas y graves consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos humanos en todos los países”, agregando que la depresión afectaba en el mundo a más de 300 millones de personas; que el trastorno afectivo bipolar lo padecían 60 millones; y que la demencia afectaba igualmente a 47,5 millones de personas, para citar sólo tres de las múltiples patologías de la Salud Mental, sin embargo, a pesar de las cifras tan altas y sus niveles de afectación, son patologías que, según la misma OMS, no han sido atendidas de manera decidida por los gobiernos y la sociedad civil, a través de programas preventivos que las disminuyan en cifras y en capacidad de daño. Por todo esto, a algunos estudiosos, les causa asombro que ante la aparición del virus letal que nos tiene confinados, no se haya generado previamente un movimiento parecido, ante situaciones que también afectaban la vida, un movimiento que nos llevara a todos los niveles, a valorar la vida y a transformarla a través de estilos de vida que nos hicieran vivir con un mayor nivel de conciencia. Algo así como si definitivamente la acelerada vida moderna no nos permitiera hacer un pare, respirar, y caer en cuenta que la vida, también merece que la rescatemos, como ahora la sociedad en su conjunto, a toda costa nos lo quiere hacer saber.

En ese sentido podríamos recordar un muy sencillo, pero hermoso texto que publicó en 1943, el escritor francés Antoine de Saint Exupéry: “El Principito”. Se trata de la historia de un pequeño príncipe que, en su recorrido por diferentes mundos, se encuentra con seis personajes que representan el mundo de los adultos. Entre ellos se encuentra con un rey que sólo quiere ser obedecido, o con un hombre que siempre está haciendo cuentas, ante lo que el pequeño personaje se muestra extrañado por la vida tan aburrida y sin sentido de los adultos. Luego se hace amigo de un zorro, que le enseña el valor de las cosas simples, y donde el amor, la sabiduría y la ternura, son los elementos que podrían salvar el mundo de la hecatombe a la que la han llevado los mayores. Al final, cuando se despide del zorro, este le deja dos mensajes maravillosos, que se convierten en el centro de la moraleja que el autor nos quiere dejar: “Lo esencial es invisible a los ojos”, y “Solo se ve bien con el corazón”, herramientas que acompañan el verdadero sentido de la amistad y la esencia de las relaciones humanas. Ese tal vez sea el mensaje que los últimos acontecimientos nos quieren hacer llegar, siendo necesario, hacer un pare en el camino que nos permita ser más conscientes de todo lo que acontece, valorando tanto los estilos de vida que nos generan enfermedades y nos quitan capacidad de disfrute, como la vida del otro, el valor de la amistad, y el destino de la humanidad. 

Por todo, desde PREVENSERVICIOS, queremos dejarle a nuestros afiliados y usuarios, esta respetuosa invitación: ¿Y qué tal si hacemos un pare en el camino y nos volvemos a pensar?

Bibliografía

•          Organización Mundial de la salud, centro de prensa, Noviembre 28 de 2019, Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-disorders

•          Saint-Exupéry, A. (1951). El principito. Buenos Aires, Argentina: EMECÉ. Trad. de Bonifacio del Carril

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